Pablo Ordaz Porto Santo Stefano 15 ENE 2012 - 13:51 CET
El buque había zarpado de Civitavecchia para un periplo por el Mediterráneo
Tres personas han sido rescatadas tras pasar 24 horas dentro del barco
Dice el capitán Schettino que no navegaba cerca del litoral, pero el Costa Concordia —un buque gigantesco, con más vecinos que muchos pueblos de la Toscana— yace en la orilla de la isla de Giglio, sobre el flanco de estribor, con una grieta de 70 metros en el casco y un misterio aún por resolver: ¿hay cadáveres en su interior? La noche del viernes, a eso de las 21.30, los 3.200 pasajeros y 1.000 tripulantes que acababan de zarpar del puerto de Civitavecchia —a 80 kilómetros al noroeste de Roma— sintieron un fuerte impacto, un apagón momentáneo y el estruendo de los cristales al caer. Según coinciden cientos de testimonios, la tripulación quitó importancia al incidente, pero la inclinación progresiva del buque desató el pánico. Aunque 24 horas después del accidente las noticias seguían siendo confusas, ya es seguro que tres personas —dos turistas franceses y un marinero peruano— murieron y que las autoridades italianas tenían una lista de unos 40 posibles desaparecidos que en la mañana de este domingo han rebajado a 17. Tras declarar durante toda la jornada, el capitán, Francesco Schettino, de 50 años de edad y 30 de experiencia, fue detenido bajo la acusación de “homicidio culposo” y “abandono de pasajeros”.
Costa Concordia', un gigante del mar
- En servicio desde 2006
- Construido en Italia a un coste de 450 millones de euros
- Capacidad para 3.780 pasajeros
- 1.500 camarotes, cinco restaurantes y 13 bares
- 114.500 toneladas, 292 metros de largo por 35,5 metros de ancho
- Cuatro piscinas, spa con gimnasio, sauna, baño turco y solario, sala de cine, casino, teatro y discoteca
Todas las tragedias tienen su ritual, su entrega por capítulos. La noticia del accidente, su balance aproximado de víctimas, el testimonio escalofriante de los supervivientes, las rápidas especulaciones periodísticas del por qué, la lenta investigación, la galería de héroes. Entre las buenas noticias del rescate de supervivientes y la aparición de pasajeros dados por desaparecidos se suma esta tarde la recuperación de los cadáveres de dos personas mayores que, con sus chalecos salvavidas, quedaron atrapados en la parte sumergida del Costa Concordia, según ha informado la guardia costera. Estos dos cuerpos elevan a cinco la cifra de muertos en el absurdo accidente, del que aún se desconocen sus causas.
A media tarde en la Toscana habíamos entrado en el zaguán de los milagros. Hace un rato, mientras triscaba por las rocas de la costa para acercarme al barco, un helicóptero de rescate se ha acercado a toda velocidad por la proa del Costa Concordia. Una vez sobre la vertical, se ha quedado quieto como en una fotografía. Unos minutos después, muy lentamente, ha sido izada una camilla con el cuerpo de un naúfrago acompañado de un rescatista.
Enseguida se ha sabido que se trataba del último milagro. Su nombre, Manrico Giampedroni, comisario de a bordo, encerrado durante 36 horas en ese ataúd de lujo. Tiene la pierna rota, pero podrá contarlo. Los medios italianos a pie de tragedia ya se le han adelantado atribuyéndole un papel fundamental en la evacuación del barco...
Es el tercer nombre robado a la fatalidad, tras el rescate esta madrugada de una pareja de recién casados surcoreanos cuya luna de miel se convirtió en una pesadilla que duró 24 horas. Mientras, la aparición de pasajeros -como es el caso de dos japoneses que se han presentado hoy en una comisaría de Roma- ha llevado a las autoridades a reducir la cifra de desaparecidos.
A pie de puerto y rodeado de multitud de periodistas que se han trasladado a la isla de Giglio, el presidente de la región de Toscana, Enrico Rossi, ha dicho que después de "revisar el listado y eliminar las superposiciones, se ha reducido el número de personas desaparecidas. Tras la última reunión se me ha comunicado que faltan 11 pasajeros y seis miembros de la tripulación". Ha sido un baile de cifras de desaparecidos desde que ocurrió la tragedia el viernes por la noche ante la ausencia de una lista de pasajeros confiable.
Mientras, el Costa Concordia, totalmente escorado, parece una gigantesca ballena varada. Un boquete de entre 70 y 100 metros de ancho ha provocado su naufragio a pocos metros de la costa. A su alrededor navegan varias lanchas de los equipos de rescate con submarinistas cuya tarea es revisar, camarote a camarote, en busca de supervivientes como la pareja surcoreana y Giampedroni.
El Costa Concordia, que transportaba 4.229 personas, la mayoría turistas italianos, franceses y alemanes, chocó contra una roca cerca de la isla de Giglio. El balance confirmado es de cinco muertos y casi medio centenar de heridos, dos de ellos de gravedad.
El crucero, tras atracar en Civitavecchia para que los pasajeros visitaran Roma, se dirigía al puerto de Savona (norte de Italia), y desde allí tenía previsto hacer escala en Palermo (Sicilia), Cagliari (Cerdeña), Palma de Mallorca, Barcelona y Marsella antes de volver a Civitavecchia. Una semana de diversión por menos de 1.000 euros, un carrusel sinfín, un hotel flotante que se derrumbó torpemente a los pies de una isla preciosa.
La fiscalía acusa al capitán de homicidio y abandono del barco
Según el fiscal, Francesco Schettino "se acercó muy torpemente a la isla de Giglio" y dejó la embarcación antes de que los pasajeros fueran evacuados
La Fiscalía de la provincia Grosseto ha decidido ordenar el arresto del comandante del crucero Costa Concordia, Francesco Schettino con la acusación de naufragio, homicidio y abandono del barco antes de poner a salvo a los pasajeros. El fiscal Francesco Verusio ha declarado en rueda de prensa que “el comandante se acercó muy torpemente a la isla de Giglio, golpeando un escollo que se empotró en el lado izquierdo de la carena, haciendo inclinar la embarcación que embarcó muchísima agua en dos, tres minutos”. Un trozo de aquella roca asoma de la brecha de 70 metros abierta en la carena de la embarcación encallada frente a la isla de Giglio, en la región de Toscana.
Según el fiscal, el impacto aconteció a las 21.45 horas del viernes pero la Capitanía no fue alertada de inmediato. Los investigadores (Verusio actuó en coordinación con los carabinieri y los agentes de la Capitanía de Puerto) sostienen que el comandante dejó la embarcación sobre las 23.30, cuando la mayoría de los pasajeros estaba aún esperando ser evacuados. Los últimos en dejar el Costa Concordia lo hicieron sobre las 2.30 de la madrugada. Por eso Schettino y su vice, Ciro Ambrosio, están acusados de homicidio culposo y abandono de la embarcación.
Queda por aclarar por qué las maquinarias del crucero —varado en julio de 2006— no revelaron la presencia del escollo y por qué el Concordia navegaba tan cerca de la isla. El brazo de mar entre la costa y el Giglio mide 16 kilómetros de ancho, 8,6 millas. La embarcación debía navegar a 3 millas de la isla y a 5 de Toscana. “El mar estaba llano, no había viento que pudiese justificar un desvío en la ruta —comenta una portavoz del Comando General de la Capitanía de Puerto— El arresto [del comandante] significa que fue un error humano y no un problema técnico”.
Schettino, de 50 años y 30 de experiencia, interrogado por la Capitanía y la Fiscalía, que abrió una investigación por homicidio y desastre, dio su versión de los hechos. “Mientras procedíamos con la normal navegación turística, dimos con la punta de una roca que no estaba señalizada en el mapa. Nos hallábamos a 300 metros de los escollos y aquella punta no debía de estar allí”, dijo a un medio italiano. La embarcación empezó a embarcar agua pero el comandante siguió navegando y solo más tarde invirtió el rumbo dirigiéndose hacia la costa más cercana. El acercamiento evitó consecuencias más trágicas. Schettino declaró encontrarse en la sala de comando al momento del impacto, mientras que algunos pasajeros dicen que estaba en el salón donde en aquellos momentos se servía la cena.
“En la primera llamada a la Capitanía de Puerto —cuenta la portavoz— solo nos dijeron que el crucero embarcaba agua. Probablemente, en un primer momento, la tripulación pensó que sabría gestionar la emergencia”. A 24 horas de distancia del naufragio del Costa Concordia, los buzos de la Guardia costera seguían buscando “dentro y fuera de la embarcación cerca de personas aún no rescatadas”, dijo una portavoz de la Capitanía de Puerto.
Según el fiscal, el impacto aconteció a las 21.45 horas del viernes pero la Capitanía no fue alertada de inmediato. Los investigadores (Verusio actuó en coordinación con los carabinieri y los agentes de la Capitanía de Puerto) sostienen que el comandante dejó la embarcación sobre las 23.30, cuando la mayoría de los pasajeros estaba aún esperando ser evacuados. Los últimos en dejar el Costa Concordia lo hicieron sobre las 2.30 de la madrugada. Por eso Schettino y su vice, Ciro Ambrosio, están acusados de homicidio culposo y abandono de la embarcación.
Queda por aclarar por qué las maquinarias del crucero —varado en julio de 2006— no revelaron la presencia del escollo y por qué el Concordia navegaba tan cerca de la isla. El brazo de mar entre la costa y el Giglio mide 16 kilómetros de ancho, 8,6 millas. La embarcación debía navegar a 3 millas de la isla y a 5 de Toscana. “El mar estaba llano, no había viento que pudiese justificar un desvío en la ruta —comenta una portavoz del Comando General de la Capitanía de Puerto— El arresto [del comandante] significa que fue un error humano y no un problema técnico”.
Schettino, de 50 años y 30 de experiencia, interrogado por la Capitanía y la Fiscalía, que abrió una investigación por homicidio y desastre, dio su versión de los hechos. “Mientras procedíamos con la normal navegación turística, dimos con la punta de una roca que no estaba señalizada en el mapa. Nos hallábamos a 300 metros de los escollos y aquella punta no debía de estar allí”, dijo a un medio italiano. La embarcación empezó a embarcar agua pero el comandante siguió navegando y solo más tarde invirtió el rumbo dirigiéndose hacia la costa más cercana. El acercamiento evitó consecuencias más trágicas. Schettino declaró encontrarse en la sala de comando al momento del impacto, mientras que algunos pasajeros dicen que estaba en el salón donde en aquellos momentos se servía la cena.
“En la primera llamada a la Capitanía de Puerto —cuenta la portavoz— solo nos dijeron que el crucero embarcaba agua. Probablemente, en un primer momento, la tripulación pensó que sabría gestionar la emergencia”. A 24 horas de distancia del naufragio del Costa Concordia, los buzos de la Guardia costera seguían buscando “dentro y fuera de la embarcación cerca de personas aún no rescatadas”, dijo una portavoz de la Capitanía de Puerto.
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