21 JUNIO 2011
Los temores por la contaminación radioactiva están aumentando entre las personas que viven cerca de las nuevas zonas designadas para evacuación voluntaria vecinas a la dañada central nuclear Fukushima Uno.
Estas personas viven al lado de una zona en las localidades de Date y Minami Soma que el gobierno designó la semana pasada para evacuación voluntaria.
El lunes por la noche, funcionarios de Minami Soma visitaron los hogares de 5 familias en el distrito de Jisabara, cerca de las zonas mencionadas.
Los funcionarios verificaron los niveles de radiación alrededor de las casas, a petición de los preocupados residentes.
El nivel más alto registrado fue de 2,45 microsieverts por hora a 1 metro arriba del nivel del suelo en los patios traseros de las casas.
La madre de una niña de 8 años dijo que había estado atemorizada desde el accidente nuclear en el mes de marzo, y que le parecía que ya era tarde para que los funcionarios de la localidad atendieran sus preocupaciones.
Estas personas viven al lado de una zona en las localidades de Date y Minami Soma que el gobierno designó la semana pasada para evacuación voluntaria.
El lunes por la noche, funcionarios de Minami Soma visitaron los hogares de 5 familias en el distrito de Jisabara, cerca de las zonas mencionadas.
Los funcionarios verificaron los niveles de radiación alrededor de las casas, a petición de los preocupados residentes.
El nivel más alto registrado fue de 2,45 microsieverts por hora a 1 metro arriba del nivel del suelo en los patios traseros de las casas.
La madre de una niña de 8 años dijo que había estado atemorizada desde el accidente nuclear en el mes de marzo, y que le parecía que ya era tarde para que los funcionarios de la localidad atendieran sus preocupaciones.
Universidad japonesa reparte dosímetros entre niños de una localidad afectada por la radiación
La localidad de Kawamata en la prefectura de Fukushima, afectada por el accidente de la central nuclear, ha solicitado a una universidad de la ciudad de Osaka cooperación para hacer frente al problema de la exposición a la radiación.
La Universidad de Kinki compró dosímetros que repartió el martes entre todos los niños de jardines de infantes, escuelas primarias y ciclo básico de colegios secundarios de la localidad como una medida para aliviar la ansiedad de la población en torno a la radiación.
La Universidad de Kinki compró dosímetros que repartió el martes entre todos los niños de jardines de infantes, escuelas primarias y ciclo básico de colegios secundarios de la localidad como una medida para aliviar la ansiedad de la población en torno a la radiación.
El dosímetro de la Universidad de Kinki es de pequeño tamaño: mide unos seis centímetros de alto y dos de ancho. Puede acoplarse fácilmente a la ropa como si fuera una insignia y usarse para seguir la pista de la radiación de forma continua. La universidad tiene previsto incorporar el dosímetro a la ropa o a las mochilas que los niños llevan a la escuela con el fin de medir la dosis de radiactividad que reciben.
En el Comentario escuchamos las opiniones de Tetsuo Ito, director del Instituto de Investigación sobre Energía Atómica de la Universidad de Kinki, que está a cargo de este estudio.
En primer lugar, le preguntamos por qué quieren que los niños lleven encima el dosímetro. Estas son sus palabras.
"En la zona contaminada por la radiación", dice Ito, "el nivel suele variar según los lugares. Puesto que los más pequeños se mueven mucho por diferentes sitios, sería difícil calcular la dosis real que reciben midiéndola en determinados puntos, como por ejemplo, en la escuela y en las rutas que siguen tanto a la ida como a la vuelta.
Hay niños que disfrutan jugando al aire libre y otros que optan por quedarse la mayor parte del tiempo en el interior. Si la conducta de los niños varía, también lo hará la dosis de radiación que recibe cada uno, como es lógico. Por eso, para determinar con exactitud la exposición a la radiactividad de cada niño no hay más remedio que acoplar los dosímetros a su cuerpo.
El Gobierno estableció un límite de radiación anual de 20 milisieverts para los niños de la prefectura de Fukushima, la misma cantidad que para los adultos. En cuanto a la exposición a la radiactividad, no se ha fijado ninguna norma distinta para los pequeños.
Respecto al futuro, lo que más preocupa a los padres es si la dosis de radiación que reciben sus hijos supondrá un riesgo para su salud o no. Eso se podrá determinar cuando la dosis de radiación se cuantifique en cifras, afirma Ito, y continúa diciendo que, para los niños, el saber realmente la cantidad de radiactividad a la que están expuestos les aliviaría en el futuro. Por ejemplo, si alguno cae enfermo, podría pensar que se debe a los efectos de la radiactividad en el pasado y eso le preocuparía mucho.
En el Comentario escuchamos las opiniones de Tetsuo Ito, director del Instituto de Investigación sobre Energía Atómica de la Universidad de Kinki, que está a cargo de este estudio.
En primer lugar, le preguntamos por qué quieren que los niños lleven encima el dosímetro. Estas son sus palabras.
"En la zona contaminada por la radiación", dice Ito, "el nivel suele variar según los lugares. Puesto que los más pequeños se mueven mucho por diferentes sitios, sería difícil calcular la dosis real que reciben midiéndola en determinados puntos, como por ejemplo, en la escuela y en las rutas que siguen tanto a la ida como a la vuelta.
Hay niños que disfrutan jugando al aire libre y otros que optan por quedarse la mayor parte del tiempo en el interior. Si la conducta de los niños varía, también lo hará la dosis de radiación que recibe cada uno, como es lógico. Por eso, para determinar con exactitud la exposición a la radiactividad de cada niño no hay más remedio que acoplar los dosímetros a su cuerpo.
El Gobierno estableció un límite de radiación anual de 20 milisieverts para los niños de la prefectura de Fukushima, la misma cantidad que para los adultos. En cuanto a la exposición a la radiactividad, no se ha fijado ninguna norma distinta para los pequeños.
Respecto al futuro, lo que más preocupa a los padres es si la dosis de radiación que reciben sus hijos supondrá un riesgo para su salud o no. Eso se podrá determinar cuando la dosis de radiación se cuantifique en cifras, afirma Ito, y continúa diciendo que, para los niños, el saber realmente la cantidad de radiactividad a la que están expuestos les aliviaría en el futuro. Por ejemplo, si alguno cae enfermo, podría pensar que se debe a los efectos de la radiactividad en el pasado y eso le preocuparía mucho.
Grandes almacenes de Tokio venden alimentos de zonas afectadas por la catástrofe
Si ahora se mide fielmente la dosis de radiación, se podrá reducir la ansiedad en esas ocasiones.
Finalmente, por lo que respecta al calendario a partir de ahora, Ito nos dice que los datos de los niños constituyen una información privada y por eso dispondrán de ellos las autoridades municipales. Solo podrá accederse a ellos y evaluarse o asesorar sobre la dosis de radiación cuando los municipios lo soliciten.
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